«Jamás tendré 20 años», de Jaime Martín, acaba de ser galardonado con el premio a la mejor obra española en el salón internacional del cómic de Barcelona 2017 (FICOMIC).
Ayer recuperé de la estantería este cómic. Sonreí al hacerlo, el premio es más que merecido y desde aquí abrazo la decisión y felicito al autor. Después lo releí. Entonces ya fue inevitable hablar de ello:
«Jamás tendré 20 años» es la historia de cómo se conocieron los abuelos del autor durante los convulsos años de la postguerra civil española. Es un cómic que trata con ternura la historia de amor de sus abuelos, cuida con cariño los detalles más familiares y sin embargo no duda en mostrar el lado más salvaje y real de la guerra civil, es, a mí parecer, la justa y lúcida venganza que el artista hace al período reciente más oscuro de nuestro país.
Por aquel entonces la supervivencia había que buscarla, los ideales se pagaban con sangre en lugar de con unfollows, y el hambre, la barbarie y la sin razón eran una epidemia articulada en todo el país.
La historia comienza con una Isabel idealista, luchadora e independiente que se muestra ajena a las imposiciones más tradicionales. Trabaja como costurera y en pocas imágenes podemos hacernos una buena impresión de su personalidad. Ella sufre, a lo largo del cómic, una guerra distinta a las que estamos acostumbrados a ver en el cine y a leer en los libros de batallas épicas. Su guerra consistirá en proteger su vida y la de los suyos, en buscar la forma de encontrar comida y hacerse un hueco en una sociedad donde la voz de la mujer era ignorada. Su lucha es paciente y silenciosa, y si bien no se ve en la tesitura de tener que empuñar un arma y arriesgar la vida en el frente, ella muere con cada atrocidad de la que es testigo.
Jaime también perdió la guerra, pero en el transcurso de la misma conocería a la que sería su compañera de vida. Él si se ve con un arma entre las manos y en el frente: alli tendrá que cavar trincheras, enterrar a amigos y combatir hasta la extenuación. Durante su paso por la guerra el autor comparte a través de su abuelo, una serie de anécdotas que hacen de la historia algo personal y único, desmarcándose de otras obras desarrolladas en el mismo período: A Jaime le encanta el boxeo y será su afición la que le salve la vida (no del modo que esperáis), también lleva siempre consigo una bolsa llena de granadas y a su paso por territorios bombardeados se encontrarán a un cadáver al que una pata de jamón le ha volado la cabeza. Éstos detalles, entre otros, nos regalan un viaje dotado de singularidad y al que es fácil reirle las anécdotas más alegres.
El dibujo de Jaime Martín es un dibujo claro y cargado de matices, particularmente cuando hablamos de las expresiones faciales. Su historia sería fácilmente entendible aún prescindiendo en ella de los diálogos, y eso dice mucho del autor como dibujante. El color del entorno se adapta a la carga dramática de cada viñeta y aunque, personalmente, echo de menos más visceralidad en las escenas más espantosas, su dibujo es un argumento más para hacerse con la obra. También hay que añadir que el autor es ducho en obras de esta temática, ya me encandiló con «Las guerras silenciosas» y ahora, con esta obra, se consagra para convertirse en un autor de cómic imprescindible.
Es un cómic, y algunos -espero que no muchos-, dudarán de que una web dedicada a la literatura sea el lugar más idóneo para reseñarlo, pero se debe entender el cómic como un arte, que aún independiente, es también una llave con la que poder acceder a la literatura. No sólo es, por tanto, un puente a la literatura, sino que también encierra en sí mismo una carga literaria digna, espléndida y colorida.
«Jamás tendré 20 años», es la pérdida injusta de la juventud que fue pasto de una guerra brutal, pero es también un refugio de la memoria, un remanso de vidas a las que hay que respetar y mirar con orgullo, quedará pues en su memoria, y también en la nuestra.
Título: Jamás tendré 20 años
Género: Cómic
Páginas: 112
Precio: 22€
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